En ella, podemos ver a un grupo de niños pequeños que despertarían la ternura en cualquier madre: repeinaditos, con el pelito corto, luciendo un jersey del cuál sobresale el cuello de una camisa y conjuntados con un pantalón tipo traje (de la época de antes de que se inventaran los colores). ¡Ah, y se me olvidaba!, con unos zapatos impolutos.
Yo, desde luego, no iba así al colegio. Es cierto, que facilita la igualdad al vestir para que no haya una diferencia "visual" entre clases sociales. Pero, ¿para qué quiere un niño ir vestido así...?
Con esa edad, yo jugaba al fútbol a cualquier rato posible, me pegaba con mis compañeros de clase, corría hasta sudar, me manchaba de comida y estaba más tiempo haciendo el animal que otra cosa. El uniforme corta esa libertad de movimientos tan relacionada con la infancia y la diversión inocente. Además, eso de ir vestidos todos iguales da cierta sensación de campo de concentración.
Esto apesta a capricho de padres y "personal del colegio" en cuestión; por aparentar. Y muchas veces cuando se intenta aparentar se cae en eso de la "doble moral", sobre todo si esto sucede en un colegio religioso. Y sé de lo que hablo..
Alguien podría pensar que, con el uso del uniforme, los padres ahorran, pero en la práctica puedo asegurar que no es así. Personalmente, no le veo ninguna ventaja aunque reconozco que su uso es un tema controvertido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario